Pues los Monegros, efectivamente, molan. Quedamos a desayunar y salimos de Zaragoza hacia las 9:30 en dirección Farlete. Una vez allí, tomamos una senda que seguimos a pie durante un ratillo (en tiempo no tengo ni idea, pero yo creo que una horeta). Cuando la senda comenzaba a alejarse de nuestro destino (Las Cuevas de San Caprasio), el valiente sherpa Super nos indicó el camino a seguir y al grito de "CAMPO A TRAVÉS" nos dirigimos hacia una... ¿dolina?. Subimos y cotilleamos las cuevas. Son como habitaciones en las que viven unos monjes: unas les sirven de dormitorio, otra de centro social, otra tiene un altar con San Caprasio... los jóvenes de la zona suben allí para las romerías y se pegan la noche de fiesta, y al día siguiente van a bajarlos con un remolque. En fin, una vez hecho esto nos dirigimos a la Torre del Moro.
Pues sí, veinte minutos más esquivando aliagas y procesionaria (nunca había visto tanta), y llegamos, muy del moro y ya. Volvimos a Farlete y comimos en El Molinero, un peculiar sitio de lugareños (allí comen los profes) en el que, cuando hay 15 personas ya están desbordados y deciden que te dan de comer (ensalada ilustrada y chuletas de cordero, con postre del supermercado por 20 euros,regado con vino de la tierra). Después marchamos a Aguilar del Ebro y estuvimos buscando su castillo (el Super jugaba con un castillo definitivamente imaginario de pequeñín), obviamente sin ningún éxito. Nos acercamos al Ebro y una vez con el coche, nos fuimos a tomar un cafecito a Osera de Ebro. Es tremendo, y no digo más. Colofón ideal para una jornada, sin duda, agotadora. Pero qué bien nos lo pasamos.